¿Campaña en las calles o los tribunales?


Hace ya más de 10 años que la forma de concebir las campañas electorales cambió. Mucho se debate si las mismas tienen más presencia en las calles o en las redes sociales, pero para estas elecciones presidenciales Brasil ha introducido un nuevo campo de batalla, la justicia.
Las elecciones de Brasil de este año se presentan como una novela de intriga y misterio en vuelta por un clima de tensión política-social con fuertes artilugios legales. El principal candidato, según las encuestas, es el ex presidente “Lula” Da Silva, que está enfrentando una condena de 12 años por corrupción—denunciada como una maniobra para quitarlo de la escena política—.
Si creíamos que el país venía afrontando un escenario difícil marcado por el impeachment a Dilma, los problemas políticos, recesión económica, aumento de trabajos precarios, sin contratos que aseguren las necesidades laborales básicas, con incrementó de la pobreza extrema, las elecciones vinieron a aumentar la grieta en la sociedad.
Muchas fueron las jugadas e incertidumbres en el período de precampaña, finalmente se registraron 13 candidaturas, atomizando la oferta de opciones y mostrando la falta de unidad política que vive el país. Según los últimos sondeos la pelea se centraría en los dos principales candidatos Lula da Silva y Jair Bolsonaro. Dos personajes que generan de que hablar tanto dentro, como fuera de las fronteras brasileras.
La inédita situación del ex-presidente, cuya candidatura ya fue apelada por no cumplir con la Ley de Ficha Limpia, colocó al Tribunal Superior Electoral en el campo de batalla de papeles en los juzgados para definir si puede competir o no en las urnas. El Tribunal tiene hasta el 17 de septiembre para pronunciarse—sólo 20 días antes de los comicios—

. Este fue el primer movimiento del Partido de los Trabajadores (PT), si el Tribunal falla en contra de Lula la batalla de los tribunales” podría llegar hasta la Corte Suprema y a extender los plazos más allá del domingo de las elecciones.
A fin de inclinar la cancha a su favor, los abogados de Lula no sólo juegan en el plano nacional sino también en el internacional. Dado que el ex presidente se encuentra desde el 7 de abril detenido en la sede de la Policía Federal de Curitiba presentaron el caso ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU. El Comité instó al país a tomar las medidas necesarias para permitir que Lula disfrute y ejerza sus derechos políticas en la prisión.
Como todo campo de batalla, el PT no sólo ha preparado un Plan A, sino que ya ha puesto en marcha el Plan B: Imponer el lema y la idea de “Lula es Haddad” a fin de lograr traspasar el voto petista al candidato a vice. Hoy sólo tiene un 4% de intención de voto y coloca como primer candidato al contrincante del Partido Social Liberal (PSL) a liderar la intención de votos.
El PSL, no tiene estructura a nivel nacional y no logró cerrar alianzas que le asegurasen más llegada territorial, pero lo tiene a Bolsonaro. Un personaje que genera amores y odios. Algunos medios lo denominan el Trump Brasilero, por sus insultos micrófono en mano, el racismo, el clasismo y el machismo. Tiene pendiente un juicio por haberle dicho a una diputada en televisión: “A ti no te violaría porque no te lo mereces”.
Con una intención de voto entre 18% y 20% y con una presencia muy fuerte en las redes sociales, se presenta como la opción del ultraconservadurismo y el orden establecido, con añoranza de la última dictadura. Habiendo dicho hace unos años atrás que “el error fue torturar y no matar”.
La campaña recién empieza y los candidatos aún no han jugado todas sus cartas, por lo que recomiendo estar atentos para analizar las próximas estrategias de los candidatos.

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