ENTRE UN PRESENTE DIFÍCIL Y UN FUTURO INCIERTO
Las encuestas sobre las elecciones en Brasil son más observadas que el minuto a minuto de un programa del Prime Time de la televisión. Si había definido a la campaña brasileña como atípica en la nota anterior jamás hubiera podido imaginar los sucesos de las últimas semanas y la incertidumbre que genera en el futuro del país.
La campaña comenzó convulsionada, envuelta por un clima de desconfianza social en la política y una brecha social creciente. La alta atomización de los partidos políticos, se reflejó en las 13 candidaturas para presidente de la República.
Por un lado el PT impulsaba la candidatura de Lula, que aunque se encuentra preso lideraba la contienda con una intención de voto cercana al 40%, y jugaba todas sus cartas para poner nuevamente al PT al mando del país. El ex presidente fue el primero en quedar fuera de la carrera. Por primera vez en tiempo record el Tribunal Electoral convocó a una sesión extraordinaria y 6 de los 7 magistrados votaron en contra de la candidatura del ex mandatario en base a la Ley de Ficha Limpia.
Cómo ya había adelantado, el ex presidente tenía un plan B y tuvo que ponerlo en marcha luego que la justicia electoral le diera 10 días para determinar el candidato del partido. Los plazos vencían y las encuestas mostraban que Haddad, un candidato totalmente desconocido, a tal punto que la población no sabe cómo se pronuncia su nombre en portugués, fue el que más creció en intención de votos en un escenario donde no estaba Lula. Tuvo un incremento de más del 100% (de 4 a 9%). Si lo miramos en soledad el número no genera la sensación de un próximo presidente, pero el mismo lo ubica en empate técnico junto a Ciro, Marina y Alckim, formando la segunda opción luego de Bolsonaro y creando la duda de cómo serán las coaliciones que se forman para la segunda vuelta.
Así fue como se inscribió la fórmula Haddad-D’Avila y las redes explotaron con la campaña #HaddadesLula. Dadas las últimas encuestas de Ibope y Vox Populi el candidato desconocido por muchos en el inicio estaría logrando ingresar a la segunda vuelta. Muchos piensan que la carta de Lula haría crecer aún más este número en las próximas encuestas ya que sus palabras fueron “Nosotros ya somos millones de Lulas, y a partir de hoy, Fernando Haddad será Lula para millones de brasileños”. Esta táctica electoral conmemora la historia Campora-Perón en nuestro país, es leída por mucho como Haddad al gobierno, Lula al poder.
Por el otro lado, el candidato de la extrema derecha, Jair Bolsonaro, sigue firme en intención de votos generando dudas de quién es la mano que lo impulsa. Sus manifestaciones políticas son altamente controversiales. El apoyo del arco militar genera la sombra de si nuevamente el “Norte” se inmiscuye en la política del sur. En las últimas semanas, su participación se vio reducida luego que fuera gravemente herido durante un acto de campaña, dejando la candidatura del PSL tácitamente acéfala y manejada por la familia del candidato a través de las redes pero sin posibilidad de poder contar con la presencia del candidato en las calles.
Ante el crecimiento de los candidatos de izquierda, como suele suceder, los mercados financieros se alteraron llevando a la baja la bolsa y depreciando el valor del real.
Así que aquí nada está cerrado y las próximas semanas serán cruciales para definir quiénes son los candidatos que logren entrar en la segunda vuelta, y cómo se agruparan los partidos perdedores bajo las dos opciones que el pueblo elija en las urnas.

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